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Toro condenada a pagar 3.000 maravedis a el Olmo


  

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 Toro y El Olmo de la Guareña: siglos de conflictos por el poder local (siglos XII–XVI)

Cuando pensamos en los grandes conflictos de la historia medieval española, solemos imaginar batallas entre reyes, conquistas territoriales o disputas nobiliarias. Sin embargo, se tejían día a día otras luchas, menos conocidas pero igual de intensas: las que enfrentaban a pueblos y concejos por el control de tierras, impuestos y jurisdicciones.

Tal es el caso de la larga y tormentosa relación entre Toro, ciudad clave en la organización del Reino de León primero y de Castilla después, y El Olmo de la Guareña. Durante más de cuatro siglos (siglos XII al XVI), estas dos comunidades se vieron envueltas en disputas legales, fiscales y territoriales que reflejan la compleja realidad del poder local en la Edad Media.



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 El origen del conflicto: señoríos, órdenes y territorios (siglos XII–XIII)

La raíz del conflicto se remonta a 1116, cuando la reina Urraca de León donó La Bóveda de Toro y sus aldeas —entre ellas El Olmo— a la poderosa Orden de San Juan de Jerusalén. Esta donación fue confirmada por Alfonso VII en 1125, consolidando así un señorío eclesiástico autónomo frente al concejo urbano de Toro.

Este estatus generó fricciones muy pronto. En 1232, los vecinos de Olmo se negaron a colaborar militarmente con Toro, amparándose en su dependencia de la Orden. El conflicto se agudizó hasta que en 1246, el entonces infante Alfonso (futuro Alfonso X) obligó a estas aldeas a cumplir el servicio militar conjunto con Toro, marcando uno de los primeros choques serios de autoridad entre ciudad y aldea. Lo cierto también es que los acuerdos de 1232 no zanjaron las diferencias existentes entre el concejo de Toro y la orden pues en 1268 surgen nuevos roces, acompañados de violentas entradas de los toresanos en poblaciones de la Orden, lo que denuncia el prior Fernán Pérez ante la reina María de Molina, a la sazón señora de Toro:” Et nos, el prior sobredicho, por nos e por nuestra Horden querellamos que el concejo de Toro con sos aldeas que fueron con pendon tendudo a La Boveda e a Valleyo e a otros nuestros lugares de Val de Garoña; e que nos quemaron e derribaron e estragaron casas nuestras e de nuestros vassallos; e que nos llevaran ende muchos ganados, yeguas, vacas, porcos, ovejas e pan e vino; e que nos derribaran las cuebas e nos bertieran el vino, e que nos troguieran las leguas e que nos tomaran dineros e donas munchas, e todas las otras cosas quantas que nos fallaron"      

       


                                                             

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 Los siglos del pleito: Toro contra el Valle del Guareña (siglos XIV–XV)

Durante los siglos XIV y XV, la tensión creció. Toro, como ciudad con fuerte poder económico y político, intentaba extender su control fiscal y jurisdiccional sobre las aldeas del Valle del Guareña. Estas, sin embargo, se resistían apelando a sus antiguos privilegios bajo la Orden de San Juan.

La situación estalló en un gran pleito entre 1494 y 1501: Toro demandó a las llamadas Nueve Villas del Valle del Guareña, entre ellas El Olmo, para imponerles tributos, levas militares y otras cargas. La causa se llevó a la Real Chancillería de Valladolid, la máxima instancia judicial del Reino. Los pueblos, organizados y asesorados jurídicamente, respondieron con firmeza.

El conflicto fue más allá de los papeles: hay registros de incursiones de vecinos armados, robos de ganado, y hasta detenciones ilegales, lo que obligó a la intervención de la Corona. En abril de 1500, una sentencia ordenó a Toro pagar indemnizaciones a los concejos de El Olmo, Castrillo y otras villas, además de devolver armas y ganado incautados.

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                       Detalle documento sentencia restitución 3.000 maravedis y ciertas armas.

                                                      



Un maraedi viene a ser 10 centimos de Euro.

A comienzos del siglo XVI y hasta su final, los conflictos no desaparecieron del todo. En 1592, por ejemplo, el concejo de Toro volvió a pleitear contra Olmo y otros pueblos para forzar el pago de los llamados “millones”, un impuesto extraordinario decretado por la Corona. Nuevamente, el caso se resolvió en tribunales reales.



Estos pleitos reflejan una constante: la resistencia de las aldeas frente a los intentos de absorción de los grandes concejos urbanos, una lucha por la identidad jurídica, fiscal y territorial de comunidades pequeñas, pero bien organizadas.

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La historia de los enfrentamientos entre Toro y El Olmo de la Guareña es más que una anécdota jurídica. 

Durante siglos, El Olmo —como otras aldeas del Guareña— supo usar las herramientas del derecho y la diplomacia para preservar su autonomía frente a las pretensiones de una ciudad mayor. 

Hoy, al repasar estos episodios, no solo recuperamos parte del pasado de estas localidades, sino que también comprendemos mejor cómo se construyó el equilibrio de poder en el mundo feudal. Porque incluso en los pueblos más pequeños, la historia se escribe con firmeza.

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