Hay lugares que aunque pierdan un titulo nunca pierden su esencia. Como el nuestro, nuestro Olmo. Que un día fue capital, centro administrativo y de decisiones, y que, de pronto ese estatus le fue arrebatado. Viendo como se alejaban ciertos servicios, como la atención se desvía hacia otro punto del mapa.
Perder la capitalidad puede doler. Pero un pueblo no se mide solo por ser la sede de una institución. Eso no borra la historia, no apaga la identidad ni debilita el orgullo. Y de todo eso tiene mucho el Pueblo, El Olmo. El que guarda tantas historias en las hoy cerradas casas.
A veces lo que se pierde en papeles se gana en alma. Porque ser un pueblo no es un cargo, es una forma de pertenecer. Y el sentimiento de pertenencia de los Olmeros es enorme. Y mientras haya gente que vuelve en verano, quien lo nombre con cariño, o diga con orgullo “yo soy del Olmo “… ese lugar seguirá siendo un pueblo.
Un día la situación fue al revés. Vallesa era quien su territorio estaba incorporado al ayuntamiento del Olmo. Y no sabemos por qué intereses, la situación revertió. Veámoslo por las pruebas, los testimonios y la prensa de entonces.
En el libro publicado por el Ministerio de Administraciones Publicas."Variaciones de los Municipios de España desde 1842". Aparecen estos datos de la situacion del Olmo respecto a Vallesa. Es determinante.
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